Según M. Brown, la referencia histórica más temprana sobre las sociedades jibaroanas se refiere a los intentos de los incas Túpac Yupanqui y Huayna Cápac de extender su dominio sobre la región de las sociedades jíbaras, de las que los aguaruna forman parte. Los conquistadores españoles tuvieron sus primeros contactos con los jíbaros cuando fundaron Jaén de Bracamoros en 1549, y poco después Santa María de Nieva. Sin embargo, el objetivo de estos colonizadores era la explotación de los depósitos de oro de la región, para lo cual comenzaron a esclavizar a la población indígena. Como resultado, se produjo la gran rebelión jíbara en 1599, perdiendo los españoles el control de la región por muchos años.
Hacia 1600 se efectuaron varios intentos por conquistar a los jíbaros. Ante una sucesión de fracasos, en 1704 se prohibió a los jesuítas continuar con su labor misionera entre estas poblaciones. Posteriormente, al ser expulsados por la Corona, se perdió el avance logrado en la zona del Alto Morona. La guerra de independencia en el siglo XIX, interrumpió la acción misionera en la selva, y los jíbaros quedaron fuera de contacto hasta mediados de siglo.
En 1865, el Gobierno peruano estableció una colonia agrícola en Borja, la que fue destruida en un ataque de los aguaruna huambisa un año después. El período del caucho -al parecer- golpeó en menor grado a los grupos jíbaros que al resto de los grupos nativos amazónicos. Si bien empezaron entonces a tener mayor acceso a bienes manufacturados, incluyendo armas de fuego.
Foto: ILV
A inicios del siglo XX, las relaciones entre los grupos jíbaro y los colonizadores blancos y mestizos eran aún de gran hostilidad. A pesar de ello, en 1925, una misión protestante nazarena se estableció entre los aguaruna, y en 1947, el ILV envió a un grupo de lingüistas al territorio aguaruna.En 1949, la Orden Jesuita, estableció su misión en Chiriaco. Así, desde mediados del presente siglo, la población aguaruna ha venido recibiendo educación escolarizada. Durante la década de 1970-1979, muchos aguaruna trabajaron para compañías extranjeras en la construcción del oleoducto transandino.
A fines de esa década tomó impulso la creación de organizaciones regionales aguaruna, como parte del proceso de fortalecimiento de su propia identidad, consolidación de sus espacios territoriales y formulación de programas de desarrollo comunal. El modelo de federaciones indígenas iría cobrando importantes dimensiones para servir como referencia para otros grupos indígenas. La dimensión política de estas organizaciones en el contexto regional posibilitó que los aguaruna accedieran en el Alto Marañón a controlar políticamente las alcaldías distritales más importantes, así como la alcaldía provincial de Condorcanqui.
En estas dos últimas décadas, los conflictos fronterizos con Ecuador han afectado también la vida de un importante número de comunidades.
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